Stéphane Rolland presenta una mujer virtuosa para celebrar sus 10 años

Por:

Anaïs Lerévérend

Traducido por
Hernandez Sebastian

Publicado el
4 jul. 2017

La ubicación, la puesta en escena y, naturalmanete, la colección otoño-invierno. Todo emanaba poder y emoción para el diseñador Stéphane Rolland este martes 4 de julio. En el anfiteatro de la Opera Bastille, en la celebración de los diez años de existencia de la marca, Rolland presentó una colección con una solemnidad particular, algo especial pero sin duda no “de aniversario”.

No fue un desfile best-of, sino de un sello que se ha refinado desde hace 10 años, con la eterna dualidad del negro y el blanco en el telón de fondo de la colección. De igual forma que la pianista Claire-Marie Le Guay y la cantante lírica Béatrice Uria Monzon, que estuvieron detrás de la particular atmósfera del desfile con su presentación, la mujer de Rolland es a la vez poderosa, con la línea de vestidos largos de tubo en crepé con hombros acentuados, y emotiva, con gestos fuertes como una capa, un velo que parece congelarse al ser golpeado por el viento, evocando la libertad e, incluso, un follaje dorado que corre por los hombros o el costado.

La búsqueda de la silueta perfecta se extiende a lo largo de la colección a medida que los largos vestidos que se ensanchan en la punta estiran la silueta. El corte es más minimalista y depurado, pero no austero. En los vestidos cortados, las transparencias son responsables de la seducción en una mujer para quien la emoción es un arte. Los follajes recuerdan los móviles de Calder, un perfil art déco se dibuja en el corte de un sujetador, una pechera escultural con aires de tótem tribal. La joya es una parte integral del vestido y su poderosa presencia ayuda a crear una personalidad fuerte.

Ante una fiel audiencia, que incluyó al diseñador Kenzo Takada, Stéphane Rolland presentó una colección que debe verse como “una partitura, lírica, en busca de lo esencial, como un regreso a los orígenes”. Un aire de opera que resonó en la cabeza del diseñador y que hizo eco de forma armoniosa en la puesta en escena y el espectáculo final, que mereció una gran ovación del público.