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Issey Miyake presenta una colección de aires primitivos para afrontar el invierno
Como llegadas de tierras salvajes y glaciales, las modelos de Issey Miyake, con mechas de colores enredadas en el pelo al más puro estilo iroqués, atravesaban el subsuelo de cemento armado del Palais de Tokyo envueltas en abrigos anchos, gruesos guantes de lana, vueltas de lana desordenadas alrededor del cuelo, y pieles de cabra de pelo largo. Montones de luces de neón rojo esparcidas aquí y allá que recordaban a los troncos de una hoguera.
La colección de Yoshiyuki Miyamae para el otoño/invierno 2018-19 es una colección orgánica con acentos primitivos, muy próxima a la naturaleza, con conjuntos largos y anchos y sombreros estrafalarios que nos recuerdan el vestuario de una tribu lejana. Una colección en la que los materiales conquistan el exterior envolviendo el cuerpo en volúmenes irregulares, como si la mano del diseñador, o quizás el viento y la intemperie, los hubieran esculpido sobre la marcha.
Esta temporada, el diseñador utiliza principalmente una nueva técnica con hilos de lana trenzada sobre su famoso tejido Steam Stretch, creando un punto nuevo ligero y envolvente.
Los primeros estilismos son blancos como la nieve del polo norte. Los abrigos son de lana trenzada y crean un relieve rugoso. Las fibras de lana con efecto pelo están por todas partes, aportando un toque salvaje al peinado, sobre chaquetas abiertas a los costados o a lo largo de las piernas en pantalones tipo Yeti.
Los vestidos largos sin mangas y de cuello alto recuerdan a las hopalandas, mientras que las prendas de punto abrazan el cuerpo adaptándose a sus curvas, sin presionarlas.
Las líneas de las prendas de punto son onduladas y atraviesan el cuerpo como una sucesión de olas. La lana de colores vivos (fucsia, rojo o amarillo) dibuja nervaduras como ríos de sangre sobre una chaqueta mantón de color gris o diseños luminosos sobre un fondo azul.
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