El power pop a la francesa de Balmain

Esta temporada fuimos testigos de una verdadera celebración de la cultura popular francesa en Balmain, donde toda la banda sonora era de New Wave galo y pop disco.

Desde la apertura con “Envole Moi” de Jean-Jacques Goldman, una canción de baile que gusta mucho, las modelos prácticamente brincaban por el decorado gigante del Espace Champerret, un espacio de exhibición de vidrio bastante vulgar construido en los años 70 y utilizado tanto para ferias de vino como desfiles.

Con el ambiente adecuado, Olivier Rousteing de Balmain comenzó con un octeto de abrigos con doble botonadura y corte elegante que lograban apestar a riqueza y rock 'n' roll al mismo tiempo.

Esta temporada en las cuatro grandes capitales de la moda ha estado marcada por formas cada vez más voluminosas. Rousteing tenía su propia interpretación: una serie morisca de batas arremolinadas con corsés de cuero y botas de cuero hasta los muslos. Las mismas botas, en charol, eran combinadas con boleros curvilíneos con hombros descubiertos, suéteres matelassé o chaquetas de safari de color caqui decoradas con cuero.

Balmain sale del club nocturno para ir al hipódromo, con estampados de caballos y diseños protagonizados por centauros con arcos y flechas. Tal vez había demasiados bordados, con el botón de autoedición apagado, antes de que Olivier cambiara de táctica con trajes a medida y gabardinas con leggings.

Por supuesto, el rey de la moda rockera gala sigue siendo un sastre totalmente consumado. Además, en una temporada de reapariciones masivas de modelos veteranas, Rousteing también hizo su parte. Terminó su show con Esther Cañadas y Helena Christensen, haciendo una larga reverencia. Un diseñador que rara vez ha carecido de osadía y que ama los aplausos.

El power pop a la francesa de Balmain

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